Comedia famosa en dos actos, «La sartén» y «El cazo». Así se anunciaría, más o menos, en los periódicos madrileños de los siglos XVIII y XIX, la función con la cual se pretende ahora iniciar la nueva temporada teatral, llamada pomposamente «curso político». No es para comparar los perversos efectos de la sartén o el cazo, en determinadas circunstancias. Empresa imposible pues como en todos los desastres de la ruina nacional, bajo el sanchismo, no conocemos el montante de cada partida. En realidad, se trata de una de tantas repeticiones del texto archiconocido de años anteriores, menos lo ocasional, con varios actores habituales. Salvo los imputados y encarcelados por corrupción, que son bastantes. Sólo algunos como Illa refuerzan su papel; aunque sea como prolongación del primer actor. No
La vieja farsa

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