América Hispana —esa región siempre al filo del abismo, siempre a punto de renacer o de volverse a caer— asiste una vez más al sutil, aunque inexorable, giro del péndulo.Como un cuerpo cansado que busca reposo en el brazo contrario, nuestra geografía ideológica comienza a moverse hacia la derecha. Y no es que haya en ese movimiento una promesa de redención ni de gloria inmediata. Lo que hay es, simplemente, hartazgo. Bolivia —hermana de silencios altiplánicos y revueltas de altura— ha hablado. Y su voz, aunque aún contenida, suena a campana que marca el fin de un hechizo. Porque lo que está cayendo no es solo un partido, una sigla o un candidato: está cayendo el relato. Durante más de dos décadas, los populismos de izquierda tejieron un encantamiento sobre buena parte de nuestros pueblos.

See Full Page