Desde joven siempre miré el tema de la edad como un dato que no tenía que definir mi forma de ser. Soy un ferviente convencido de que la edad que uno proyecta no tiene que ver con tu fecha de nacimiento, sino con la actitud que vives cada día. Un joven de 37 años puede aparentar 47, y lo opuesto. Una de mis mejores amigas que coincide con esta mirada de la vida, me regaló en uno de mis cumpleaños un imán para mi ‘refri’ con una pregunta dirigida a la médula de esta reflexión: “¿Qué edad te pondrías si no supieras tu edad?” Parece a primera vista una pregunta juguetona e intrascendente, pero no lo es. La verdadera reflexión que te invita a hacer es: “¿vives la vida realmente libre o la amoldas a lo que la sociedad espera de acuerdo a tu edad?”
A mis 25 miraba los 30 años con miedo, ya que