El holandés, con otra filigrana, suma su quinta ‘pole’ del curso y se cuela por delante de los todopoderosos McLaren
Y de repente, Max Verstappen. Hace ya tiempo que la Fórmula 1 tiene delante una corriente crítica que argumenta que al certamen se le ha agotado esa magia que años atrás construía leyendas. Estos enemigos del Gran Circo sostienen que ya no ganan los pilotos, sino que quien lo hace son los coches y, si acaso, los ingenieros. Toda esa teoría la tira por tierra Verstappen con jornadas como la de este sábado en Monza, donde el holandés se inventó dos vueltas inverosímiles que le permitieron materializar su quinta pole position del curso. Dos filigranas que dejaron sin efecto la superioridad manifiesta de los McLaren, los monoplazas más equilibrados de la parrilla. Ese ú