No quiero que se me malinterprete: la comida peruana es, sin lugar a dudas, una de las más deliciosas del mundo. Su diversidad, riqueza cultural y sabor son motivo gran orgullo, no solo en el interior, sino también fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, lo que resulta preocupante es cómo, semana tras semana, se viraliza en redes sociales un supuesto “Mundial de desayunos”, que lejos de promover el sabor y calidad de la gastronomía mundial, se convierte en una competencia absurda basada en likes y algoritmos.
La lógica, si hay alguna, detrás de este “mundial” no responde a criterios culinarios ni a una valoración auténtica del sabor, la tradición o el aporte nutricional de los desayunos. El “ganador” no es aquel que representa mejor la identidad alimenticia de su país, sino el que acumu