Dos meses después de que, sin previo aviso ni explicación oficial, las autoridades marroquíes decidieran cerrar las aduanas de Ceuta y Melilla esgrimiendo la incompatibilidad entre la actividad comercial –hasta entonces escasa– y el flujo de viajeros en la fase aguda de la Operación Paso del Estrecho (OPE), que encara su recta final, el tejido empresarial de las ciudades autónomas sigue sufriendo las consecuencias del cierre fronterizo.

Por su falta de colaboración con el Gobierno de España, que prometió la «normalización aduanera» hace más de cuatro años tras la celebrada cumbre hispanomarroquí de Rabat del 7 de abril de 2022 –que parecía garantizar una próspera nueva etapa en las relaciones bilaterales–, las autoridades marroquíes han dado muestras reiteradas de no estar de acuerdo con

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