En el desafío diario de la crianza, calmar a un niño en medio de una rabieta puede parecer una tarea titánica. A veces pareciera que no hay nada que pueda calmar a un niño , cuando empieza a gritar, a patalear, a enojarse, sin embargo, existe una frase que puede tranquilizarlos. Inclusive a adultos también. Esta frase, que es tan mágica, abre un marco de conexión entre el adulto y el niño, o con la persona que no sabe qué hacer o qué es lo que le sucede.

En cualquier rango etario, todos sentimos emociones intensas, la diferencia es que algunos cuentan con los recursos y otros no. Los niños al no saber qué hacer, se expresan de la mejor manera que tienen, explosivamente y es el rol del adulto lo que es clave en la situación. No se trata de ignorar ni de imponer, sino de ofrecer u

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