No hay inicio de curso, ni rentrée política este año, porque la política no ha parado. Hace tiempo que la política no duerme, aunque sus señorías se adormilen en el Congreso. En verano, que antes era una época amable, ahora sólo se escuchan cigarras, grillos y políticos que no descansan porque siempre hay uno de guardia en cada partido para opinar sobre todo y sobre la nada.

La administración, leviatán del fin de los tiempos, no para ni en agosto. Engorda, para no hibernar en invierno. Y todavía dice el presidente que hay que hacerla engordar más para que no ocurran siniestros como los de la Dana o los incendios que han devorado España.

Diría que estamos así porque nos hemos dado una administración tan grande que ya no hay forma de ubicarse en ella. Ya no sabes a dónde llamar. Te remiten

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