Ante el aluvión de adversidades e injusticias, sólo cabe el sosiego y activar el deseo auténtico de amar, a pesar de los pesares que nos lo impidan. Si una historia ociosa, por si misma, ya es una defunción adelantada; también una existencia que no se salvaguarda es un error que nos tritura. Estamos para dar aire, no para quitarlo. En consecuencia, las personas no deberían ser asesinadas nunca, tampoco por usar, traficar o vender drogas. Convertir el planeta en un incesante campo de batalla, es una de las crueldades mayores. La presencia de minas terrestres y municiones sin detonar, continúan poniendo en riesgo a comunidades enteras. Los niños son especialmente vulnerables, protegerles ha de ser norma persistente, sobre todo para restablecer el acceso a una educación segura.
Quien nos rob