De las calles del centro de Quito, donde un adolescente pintaba retratos con las manos a cambio de unas monedas, a los escenarios internacionales donde sorprende al público creando un paisaje en menos de un minuto, Cristóbal Ortega Maila ha recorrido un camino singular. El artista indígena ecuatoriano es conocido como el pintor más rápido del mundo, pero su obra revela mucho más que velocidad: es un homenaje a la memoria ancestral y a la fuerza creativa de los Andes.
Ortega Maila nació en 1965 en San Miguel de Collacoto, en el valle de Los Chillos, Quito. Hijo de un albañil y descendiente de la cultura Kitu Kara , creció en una familia de escasos recursos y marcada por la violencia intrafamiliar.
Desde niño mostró un interés natural por el arte: dibujaba con carbón sobre cartones y