Decenas de millones de bisontes vagaban antaño por Norteamérica, pastando en praderas, bosques y llanuras, desde la Gran Cuenca de Nevada hasta la Costa Atlántica. Hoy en día es difícil imaginar el tamaño de las manadas que ya no se ven; las historias orales de los lakota medían el tamaño de las manadas según el número de días que tardaban en pasar.
Asimismo, estudiar el papel que desempeñaron los bisontes migratorios en esos ecosistemas se ha vuelto casi imposible. Tras estar casi extintos en el siglo XIX, estos animales solo existen en pequeñas manadas.
Pero un nuevo estudio realizado en el Parque Nacional de Yellowstone, donde aún deambula la última manada migratoria, ofrece una visión del papel crucial que estos animales desempeñaron en la restauración de su ecosistema, y que quizás