Lo del peronismo correntino ya no sorprende: hace 25 años que viene en caída libre y parece decidido a seguir cavando su propia tumba. Lo que alguna vez fue un partido con mística, con presencia territorial y con dirigentes capaces de
dar pelea, hoy es apenas una sombra, un sello de goma que sirve para que un puñado de oportunistas negocie cargos
menores o acomodos personales.
De fuerza popular a comparsa electoral
Desde fines de los años noventa, el justicialismo en Corrientes no hizo otra cosa que perder. Perdió elecciones provinciales, perdió municipios históricos, perdió dirigentes y, lo más grave, perdió a la gente. En lugar de reconstruirse, se dedicó a las peleas internas, a las candidaturas
improvisadas y a la obediencia ciega a mandatos nacionales que nada tienen que ver con