Abucheos estridentes, miradas de desdén y hasta algún que otro insulto creativo volaron hacia el campo cuando el ahora mariscal de campo de los Pittsburgh Steelers pisó el césped. "Sabía que esto pasaría, pero no me afecta" , había dicho Rodgers en conferencia previa al partido . Sus acciones dentro del campo demostraron que, efectivamente, no era bluff.

La primera jugada fue un presagio de lo que vendría: Quinnen Williams , su excompañero en los Jets, lo derribó sin contemplaciones. Pero Rodgers, veterano de 21 temporadas en la NFL , no se dejó intimidar. En la siguiente serie, armó una ofensiva imparable que culminó con un pase de 22 yardas al tight end Ben Skowronek , quien recibió el balón completamente solo en la zona de anotación. La celebración que siguió —con Rodgers

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