Compartiendo diálogos conmigo mismo

Poner los ojos en el bien: Esta batalla contra la malignidad trae el cambio; un giro en el proceder, con su vuelta al omnipotente apego y su revuelta contra el vicio y el vacío mundano, lo que comporta decir no al odio fratricida y a los engaños de los que se sirve. Combatir a estos enemigos, en unión y en unidad, sin otro interés que el de la concordia y el justo quehacer colectivo, nos hermana.

I.- En pos de Jesús; nuestro refugio

La verdadera amistad con Dios,

quiebra los vínculos mundanos,

y rompe las cadenas terrenales;

la soledad que soporta cada ser,

nuestros ahogos y la fragilidad.

El amor todo lo amansa y vive,

todo lo ofrece y nada es para sí,

porque el querer es como el sol,

si no se disfruta viene el ocaso,

el no ser para nadie

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