Esa noche del lunes 6 de septiembre la gallera San Miguel parecía vivir una resurrección. A pesar de que sus días dorados quedaron atrás, el recinto —un caserón de fachada sencilla en la calle 77 con carrera 20, en el barrio Los Héroes— estaba a reventar. Ochenta carros, entre taxis viejos y camionetas de vidrios oscuros que superan los 400 millones de pesos, se alineaban alrededor como un inventario de jerarquías sociales. Adentro, 400 personas se preparaban para una jornada que, para muchos, es más que una simple apuesta: es tradición, herencia, sangre.
Anuncios.
Lea también: El alcalde de Manizales se le enfrentará a Petro para tumbar la Ley antitaurina de Esmeralda Hernández
A las cinco de la tarde ya no cabía un alma. La gallera, inaugurada en 1956 por el ganadero santandereano Mi