Saltaba Spike Lee, celebraba Stephen Curry, se asombraba Bruce Springsteen, se animaba Pep Guardiola. Carlos Alcaraz, sirviendo una fría venganza, hacía disfrutar a toda la Arthur Ashe, a más de 23.000 personas, mientras derrotaba a Jannik Sinner (6-2, 2-6, 6-1 y 6-4) para reconquistar el US Open tres años después y levantar su sexto Grand Slam.
El murciano, coronado ya como el mejor tenista del mundo al convertirse en número uno del mundo, vengó la final perdida en Wimbledon y doblegó al italiano en su mejor superficie, en el cemento de Nueva York, donde contó con la ventaja de jugar bajo techo. Ni esa alegría inicial que se llevó, mientras llovía sobre Flushing Meadows e intentaba espantar la incertidumbre sobre el estado de su abdominal, sirvió para imponerse a un Alcaraz encendido en