Una de las actividades más provechosas de los inquisidores de género ha consistido en revisar los productos culturales del pasado cercano o remoto: habría que censurar a Ovidio por narrar la violación de Lucrecia, sonetos de Petrarca, algo de Dante, esculturas, pinturas, creadas desde el patriarcado para mantener sumisas y humilladas a las mujeres. Ciertas canciones de Sabina, ¡a la porra todo el romanticismo! Esta actividad, tan útil que nos dejaría sin memoria del horror y nos privaría de armas para combatirlo, tendría que abarcar gran parte de la mejor poesía elaborada para ‘cercar y conquistar la fortaleza de la virtud femenina’. Porque no tendríamos que contentarnos con eliminar los soeces piropos callejeros o los brutales asaltos de las bacanales multitudinarias, donde el alcohol y l

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