Que Alemania recupere el Servicio Militar, aunque de modo limitado y voluntario, siguiendo el modelo sueco, ha provocado inquietud. No por el hecho en sí. Hay países que nunca lo abolieron; alguno, como el Reino Unido, sólo lo contempla en caso de guerra y en otros, como España, su supresión fue socialmente aplaudida. Preocupa la causa. El Canciller Merz no se anduvo con paños calientes y dejó claro que su decisión es firme: hay que rearmarse frente a la amenaza de Rusia y si no se alcanzan los objetivos de reclutamiento, podría convertirse en obligatorio. Y no es el único aliado de la OTAN que lo cree.
Obviando a los militaristas, que viven inmersos en sus fantasías imperiales como si deambularan por un cómic de Hazañas bélicas y a los pacifistas que siguen creyendo que los conflictos ge