El Impuesto de sucesiones continúa generando un intenso debate en toda España debido al fuerte impacto económico que representa para muchas familias que reciben una herencia. Aunque su finalidad es redistributiva, en la práctica puede convertirse en una carga inasumible para quienes heredan un patrimonio que, en muchos casos, no implica liquidez inmediata. El simple hecho de aceptar una vivienda o unas tierras puede obligar a los herederos a endeudarse o incluso a renunciar al legado, ya que el importe del tributo supera con frecuencia sus posibilidades económicas. Esta situación es especialmente compleja en comunidades donde la normativa autonómica impone tipos elevados o donde las bonificaciones son escasas, lo que genera desigualdades entre ciudadanos según el lugar de residencia.
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