Noruega acude este lunes a unas reñidas elecciones generales en las que el primer ministro, el laborista Jonas Gahr Støre, políticamente exangüe hace solo unos meses, podría relanzarse y repetir en el cargo. El próspero reino escandinavo de 5,6 millones de habitantes, miembro de la Alianza Atlántica pero no de la Unión Europea (UE), con una economía orientada a la exportación y frontera con Rusia en el Ártico, observa con inquietud los vaivenes de Estados Unidos desde el regreso a la Casa Blanca de Donald Trump.
En este contexto, las credenciales de larga experiencia de Støre, de 65 años, y el fichaje en febrero del muy popular y respetado Jens Stoltenberg, exsecretario general de la OTAN, como ministro de Finanzas, apuntan a una posible victoria –ajustada, eso sí– del bloque de centroizq