Hablar de Venezuela es hablar del caos vuelto rutina. Las cifras económicas y las teorías políticas ya no alcanzan para explicar lo que pasa. La metáfora está servida en lenguaje coloquial: el “plátano pícaro”, una fruta madura al extremo, lista para comerse… pero también a punto de pudrirse.

Ese caos desborda las fronteras. Estados Unidos militarizó sus costas cercanas con el argumento de frenar el narcotráfico. Washington acusa directamente a Nicolás Maduro de participar en esas redes, al punto de ofrecer recompensas por su captura y la de su círculo más cercano.

Trump respaldó esas acusaciones con informes de inteligencia que señalan vínculos del chavismo con carteles internacionales y con la guerrilla colombiana. Y en la frontera la evidencia salta a la vista: contrabando, mafias y c

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