Hoy, 8 de septiembre, celebramos una fecha que nos une, que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. El Día de Extremadura es una jornada de fiesta, de orgullo, de identidad compartida, pero también debe ser, más que nunca, una jornada de reivindicación y reflexión colectiva. Y quiero hacerlo bajo un lema que nos interpela y nos compromete: «con diálogo y solidaridad, siempre trabajando para las personas».
Porque si algo necesita nuestra sociedad en este tiempo convulso, de incertidumbre y de tensiones, es recuperar el valor del diálogo, del entendimiento, de la construcción de puentes. Vivimos en una época donde las diferencias se sobredimensionan y la confrontación parece marcar demasiadas veces la agenda pública. Frente a ello, desde Extremadura debemos recordar que el verdadero