Zipaquirá (Colombia), 8 sep (EFE).- Un yogur a punto de caducar, un pan del día anterior o una caja de leche sobrante encuentran un nuevo destino en las montañas del centro de Colombia, donde el Banco de Alimentos de Zipaquirá transforma donaciones en mercados mensuales para más de 3.500 familias campesinas y adultos mayores en riesgo de hambre.

El impacto es enorme en las zonas rurales, donde recibir lo que sería impensable en las tiendas locales —como una caja de cereales, chocolatinas o productos que muchos niños nunca habían visto— se convierte en un alivio.

«El recibimiento siempre es de esperanza», dice a EFE el sacerdote José Alejandro Quiroga, director pastoral del banco. Las entregas son escenas sencillas pero poderosas: ancianos que esperan bajo el sol, madres que cargan a sus

See Full Page