Cada 10 de septiembre el mundo detiene su mirada para recordar un tema que, aunque incómodo, es urgente: la prevención del suicidio. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 700 mil personas mueren por suicidio cada año, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos. En Chile, por ejemplo, la tasa bordea los 10 casos por cada 100 mil habitantes, con un preocupante aumento en jóvenes y adolescentes. Frente a estos números, el silencio no es opción. La psicología tiene la responsabilidad ética y social de abrir la conversación, aportar comprensión y tender redes de cuidado.
El suicidio rara vez es un acto repentino. En la mayoría de los casos, está precedido por una serie de señales, sufrimientos emocionales invisibles y contextos psicosociales complejos. La psicología ha mos