Solorio Meza explicó que la adopción de esta tecnología permitió a los productores enfrentar la escasez de agua en un territorio con recursos limitados y alta presión sobre los mantos.

Detalló que la innovación consistió en aplicar el agua de manera directa a la raíz de los cultivos, reduciendo pérdidas por evaporación y escurrimiento, lo que modificó de manera estructural la producción en suelos áridos.

El dirigente agrícola señaló que, en México, cerca del 50 por ciento de la producción agrícola proviene de tierras irrigadas, que representan alrededor del 23 por ciento de la superficie cultivada.

Precisó que de los 6.2 millones de hectáreas equipadas para riego, únicamente 1.3 millones cuentan con sistemas tecnificados como goteo, aspersión o microaspersión, mientras que el resto aún

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