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De poca o ninguna utilidad fue la fiesta que le armaron integrantes del denominado “cártel inmobiliario” de esta ciudad a su jueza cómoda, Patricia Royval Guerrero.
Ya se hacían los señores y señoras mangoneando los procesos judiciales como lo hicieron antes de la elección de los acordeones. Hubo gran pachanga cuando supieron que Royval seguiría a su servicio.
No contaban con la astucia de los nuevos dueños del Poder Judicial en el estado. Royval era jueza del segundo civil por audiencias, que daba margen para hacer y deshacer; o sea, la cambiaron del sistema oral al sistema tradicional donde lo que hay es... mucho, mucho trabajo y poca ca