Cuando la arquitectura empeora, la sociedad también empeora. Cada edificio, cada ruina, tiene la cara y el espíritu de quienes lo han puesto en pie y debería ser, además de un recordatorio de cuando las cosas eran bellas, el aviso de la fealdad que nos ahoga, de todo lo que rima con desastre. Nos
El colegio Curros Enríquez

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