(*) Por Ariela Luna Florez, médica y antropóloga. Exministra de Desarrollo e Inclusión Social, en coautoría con Keyla Yllaconza y Edith Martínez e Yvany Tafur.

La depresión posparto no es un susurro escondido entre paredes domésticas: es un problema de salud pública que amenaza a las madres y al desarrollo de miles de niñas y niños. En nuestro país, entre el 13.4% y el 31.3% de mujeres atraviesan este trastorno.

Sin una intervención oportuna, la depresión perinatal puede desencadenar consecuencias negativas en la salud de la madre (PSI, s.f.) y afecta también al bebé: un hijo o hija tiene 1.8 veces más riesgo de desarrollar un apego inseguro (MEF, 2019), lo que compromete su bienestar emocional y sus capacidades cognitivas. El costo se multiplica a nivel social: menor productividad, meno

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