Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos tallarines al pesto con milanesa. Para tomar pidió una jarrita de naranjada. “María, ayer hablaba sobre el grado de crueldad al que han llegado las organizaciones criminales que operan en nuestro país. En Trujillo han adoptado modalidades de tipo terrorista, detonando bombas en domicilios en una guerra de bandas.
Otros hampones no dudan en secuestrar y cortar orejas de sus víctimas para exigir rescate. Y los sicarios matan sin remordimiento a quien le pidan, a veces por solo 200 soles. Hace unos meses, bandas de ‘parqueros’, jefaturadas por venezolanos, cometían matanzas en las minas de Pataz, hasta que llegó el Ejército. Son hechos que hacen temblar a cualquiera.
Esa falta de empatía, de humanidad, solo se creía que existía e