Tijuana, Baja California. Esther Morales, tras 20 años en Estados Unidos y múltiples deportaciones, encontró su nuevo hogar en Tijuana. Su novena deportación en 2009 marcó un cambio drástico en su vida. "Fue muy triste porque mi hija regresó a Estados Unidos... La separación familiar me afectó mucho", compartió. A pesar de la adversidad, Morales se ha convertido en una destacada activista y dirige una ONG que apoya a migrantes.

Aproximadamente 16 años después de su llegada, ha logrado establecerse y ha encontrado un nuevo propósito. Fundó el Proyecto Comida Calientita, que proporciona alimentos a migrantes en Tijuana. "Estuve en un albergue donde no había comida, ni agua potable, ni nada. Así que decidí que, en cuanto pudiera, ayudaría a los migrantes", explicó. Su esfuerzo ha alimentado a miles y ha sido reconocido a nivel internacional.

Jean Bernaud Gelin, originario de Haití, también vivió una experiencia similar. Tras un largo viaje de 8,000 kilómetros a través de 10 países, decidió quedarse en Mexicali después de que sus esperanzas de llegar a Estados Unidos se desvanecieran. "Hay oportunidades en todas partes", afirmó Gelin, quien se ha convertido en empresario y tutor de matemáticas.

Daniel Ruiz, quien fue deportado tras un error en su juventud, se sintió desconectado de su hogar en Tijuana. Sin embargo, logró adaptarse y prosperar. "Hice algo que infringió la ley. Lo entendí. Pero no me di cuenta de las consecuencias de ser deportado", reflexionó.

A pesar de las dificultades, estos migrantes han encontrado nuevos sueños en lugares inesperados. Morales, Gelin y Ruiz son ejemplos de resiliencia y adaptación, demostrando que, aunque el sueño americano se les escapó, han logrado construir nuevas vidas en México.