Este martes 9 de septiembre, el oro ha alcanzado un nuevo máximo histórico, cotizando la onza a 3.668 dólares. Este aumento representa una impresionante subida del 40% en lo que va de 2025. Varios factores están detrás de este ascenso, siendo uno de los más destacados la debilidad del mercado laboral en Estados Unidos. Las expectativas de un posible recorte de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) también han influido en esta tendencia.

Una reducción de tasas tiende a disminuir la rentabilidad de los bonos y depósitos, lo que hace que el oro, un activo que preserva valor a largo plazo, se vuelva más atractivo para los inversores. Además, el papel del oro como refugio seguro ha cobrado relevancia en un contexto geopolítico y económico incierto. La inestabilidad en Europa del Este y en el Medio Oriente, así como los riesgos de crisis energéticas, han llevado a los inversores a buscar activos más seguros.

Otro factor que ha contribuido al aumento del precio del oro es la debilidad del dólar frente a otras divisas. Esto hace que el oro sea más asequible para los compradores internacionales, lo que a su vez impulsa la demanda y eleva su precio.

La inflación también ha jugado un papel importante en esta tendencia alcista. Aunque se ha moderado desde los picos de 2022-2023, sigue estando por encima de los objetivos de varios bancos centrales. Históricamente, el oro ha funcionado como una cobertura contra la pérdida del poder adquisitivo.

Por último, las reservas de oro en los bancos centrales de mercados emergentes han aumentado, lo que añade presión al alza en el mercado. Esta estrategia de diversificación busca protegerse frente a riesgos cambiarios y sanciones internacionales, según un informe de Bolsamanía.