Madrid
En 2020, la NASA envió el rover Perseverance al cráter Jezero para investigar y almacenar material rocoso de la superficie. Se eligió esta zona porque la mineralogía de la región ya había sido cartografiada con una sonda de la NASA que orbita el planeta desde 2006 y que la señalaba como muy prometedora.
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Las previsiones acertaron. Desde que llegó, el rover no ha parado de dar noticias, siempre atadas a la prudencia científica, sobre la presencia de "firmas biológicas" en el planeta rojo. Y hoy se suma una más. A través de una rueda de prensa de la NASA y una publicación científica en Nature del equipo de Joel Hurowitz, de la Universidad de Stony