El ánimo está revuelto en la carrera y el viento en la cima del Morredero a primeras horas de la mañana no ayudaban a tranquilizarlos. Un vendaval azotaba la cima desnuda que esperaba el final de la etapa, cimbreaba la antena que hace de repetidor de televisión y evitaba que subieran muchos de los camiones que esperan habitualmente en la llegada. Ahora es negro lo que antes era verde en una montaña devastada por los incendios de este verano. El olor a quemado todavía resiste y la lluvia ayuda a despertarlo.

En ese paisaje ahora desolador donde se esperaba que Vingegaard pudiera sentenciar la Vuelta o Almeida discutirla, ganó Pellizzari, el mejor de los jóvenes. Un italiano que ha crecido admirando a Pogacar y que el próximo 21 de noviembre cumplirá 22 años, fue el primero en llegar. Sólo

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