"Nadie da duros a pesetas". La de veces que habremos escuchado esta frase de nuestros padres o abuelos cada vez que nos asomábamos al telediario de turno y aparecían en la pantalla una retahíla de hombres enchaquetados frente al juez con cara de no haber roto un plato.

Esos señores se encontraban en ese aprieto en la mayoría de ocasiones por haber captado fondos de forma masiva con promesas de altos intereses y bajo riesgo -ya sea mediante un producto financiero, la emisión de pagarés empresariales, la compra de sellos o cuadros...- que al final provocan la pérdida de importantes cantidades de dinero a miles de consumidores. Ese es precisamente el gancho de uno de los fraudes más populares y a la vez más habituales: las estafas piramidales.

Su funcionamiento es sencillo: consiste en que

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