
En 2005, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tomó una decisión inédita: expulsar a la Administración de Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés) del territorio venezolano, alegando, entre otros motivos, la necesidad de preservar la soberanía.
Dos décadas más tarde, las relaciones entre Washington y Caracas atraviesan uno de sus peores momentos, tras el despliegue militar de barcos y aviones de guerra, misiles y un submarino nuclear en aguas del sur del mar Caribe, cerca aguas territoriales venezolanas, con el argumento declarado de combatir a los cárteles de la droga, aunque los informes especializados apuntan que el país bolivariano no es un espacio de gran importancia para el narcotráfico internacional .
A ello se suma que, desde 2020, el Departamento de Justicia de EE.UU. sindica –sin aportar pruebas– al presidente venezolano, Nicolás Maduro, así como a otras altas autoridades de su Gobierno, de liderar una supuesta organización tachada de "narcoterrorista" por la Casa Blanca.
A principios de agosto, la fiscal general de EE.UU., Pamela Bondi, anunció una duplicación del monto de la recompensa por información conducente a la captura de Maduro. Días más tarde, el secretario de Estado de ese país, Marco Rubio, confirmó el operativo militar en aguas caribeñas, y el pasado 2 de septiembre se comunicó la voladura de una lancha con 11 tripulantes a bordo, que supuestamente procedía de Venezuela y transportaba drogas. La versión oficial exhibe múltiples inconsistencias , que han sido señaladas por autoridades venezolanas y numerosos analistas .
Desde Caracas se ha denunciado insistentemente que el relato con el que se pretende presentar a Venezuela como un narcoestado, no solo carece de fundamento , sino que además funge de mampara para promover una estrategia de "cambio de régimen" por medio de acciones violentas y contrarias al derecho internacional.
Venezuela versus la DEA
En su día, Chávez justificó la salida de la agencia antidrogas estadounidense al denunciar que esta " estaba utilizando como máscara la lucha contra el narcotráfico , para incluso apoyar al narcotráfico, para hacer inteligencia en Venezuela contra el Gobierno". "En esa circunstancia, nosotros decidimos cortar en seco esos convenios", destacó.
En esa misma comparecencia, el líder bolivariano sostuvo que la DEA no era "en absoluto necesaria para la lucha en contra del tráfico de drogas" y, en su lugar, refirió que su gestión detectó "infiltración de inteligencia que amenazó la seguridad nacional y la defensa" .
Criticó asimismo la inacción de las autoridades estadounidenses para detener el flagelo, al señalar que no hacían "nada" para capturar a los grandes responsables del trasiego de sustancias ilícitas dentro de su propio territorio. "¡Qué extraño que ellos no los puedan encontrar!", comentó en esa oportunidad.
El dictamen del Ejecutivo venezolano fue presentado en su día como abrupto, pero en realidad, las fricciones con los agentes de la DEA y la Embajada de EE.UU. en la capital venezolana eran asuntos de larga data .
Documentos desclasificados mostraron la implicación de Washington en el golpe de Estado que expulsó brevemente del poder a Chávez, en abril de 2002. A fines de julio de 2005, la Fiscalía ya había abierto una investigación contra la entidad estadounidense, si bien los señalamientos de espionaje fueron rechazados por el para entonces embajador de Washington en Caracas, William Bromfield.
Los enfrentamientos no pararon allí. Dos años más tarde, el titular de Interior de la época, Pedro Carreño, se refirió a la DEA como un "cártel de narcotráfico", cuando EE.UU. acusó a Venezuela de no cooperar suficientemente para frenar el trasiego internacional de sustancias ilícitas.
Rompimos nuestra dependencia con ese cartel del narcotráfico que es la DEA, dijo en 2007 el titular de Interior de Venezuela, Pedro Carreño.
"Venezuela está luchando denodadamente contra las drogas, y la mejor prueba de ello es que rompimos nuestra dependencia con ese cartel del narcotráfico que es la DEA ", fustigó el alto funcionario, quien apuntó que mientras se mantuvo la cooperación "continuamente se producían las llamadas entregas vigiladas de drogas" y la organización estadounidense no informaba "sobre los detenidos ni las bandas desmanteladas".
En 2024 estalló otro escándalo sobre acciones de la agencia antidrogas estadounidense en Venezuela. Una investigación publicada por Associated Press reveló que, en 2018, la DEA habría planeado realizar operaciones encubiertas en el país suramericano, en interés de "construir casos" para vincular a sus altos funcionarios con el narcotráfico internacional, en el contexto de la política de 'máxima presión' adelantada durante el primer Gobierno de Trump (2017-2021), pese a que tales actividades estaban al margen de las leyes venezolanas y estadounidenses.
En la coyuntura actual, las autoridades venezolanas han insistido en que "la DEA es el mayor cártel de drogas del mundo" y han acusado a su director, Terry Cole, de mentir sobre la situación del narcotráfico en ese país, incluso desdiciendo lo que reflejan sus propios informes.
La historia que cuentan los datos
Aunque altos personeros de EE.UU., incluyendo al presidente Donald Trump, han declarado insistentemente que desde Venezuela se inunda de drogas el territorio estadounidense, una revisión histórica de los reportes especializados de las Naciones Unidas y la propia DEA echan abajo esa narrativa.
Esta semana, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, compareció ante los medios de comunicación para reiterar lo que esas fuentes han recogido en materia antinarcóticos desde 1999 –cuando asumió el poder Chávez– hasta el presente.
87 % de los narcóticos que tienen como destino EE.UU. siguen la ruta del Pacífico, recoge el más reciente informe de la ONU sobre el narcotráfico.
La conclusión es contundente: Venezuela no es un punto clave para el traslado de drogas hacia el norte del continente. Según datos de la ONU, 87 % de los narcóticos que tienen como destino EE.UU. siguen la ruta del Pacífico , especialmente desde Colombia y Ecuador, mientras 8 % lo hace a través de La Guajira colombiana y solo el 5 % restante intenta cruzar por territorio venezolano. Conclusiones semejantes se exponen en el Informe Europeo sobre las Drogas 2025: Tendencias y Avances.
En el caso del 'National Drug Threat Assessment', un informe anual publicado por la DEA sobre el impacto interno del narcotráfico, la información es todavía más categórica: el país bolivariano no aparece mencionado como centro de cultivo, procesamiento o distribución de sustancias ilícitas.
La única alusión en ese documento corresponde al Tren de Aragua, una organización desmantelada en Venezuela a la que las autoridades estadounidenses responsabilizan de variados delitos, incluyendo "actividades de tráfico de drogas a pequeña escala, como la distribución de tusi".
En términos de incautaciones, Venezuela se jacta de que su efectividad ha sido significativamente mayor desde que la DEA abandonó el país. En una lámina presentada por la vicemandataria en comparecencia ante la prensa, se precisó que entre 1999 y 2004, la DEA incautó 209,65 toneladas de droga, mientras que entre 2005 y 2025, el Gobierno ha incautado 1.054,93 toneladas –lo que implica un incremento de 43 % –, al tiempo que se han neutralizado 402 aeronaves destinadas al tráfico de estupefacientes en el período 2012-2025.
"Cuando comparamos lo que fue el desempeño cuando existía la DEA en Venezuela y el desempeño sin la DEA, sabemos que lo hacemos mejor que cuando estaba aquí en Venezuela esa agencia estadounidense especializada en drogas. Sabemos hacerlo mejor, lo dicen los números", destacó Rodríguez.
Mentiras (y una verdad)
No se trata solo de reportes oficiales. Especialistas como Pino Arlacchi, exvicesecretario de las Naciones Unidas, advierten que los datos de esa organización, ahora invocados por Caracas, "cuentan una historia opuesta a la que difunde la administración de Trump" y desmontan "pieza por pieza el entramado geopolítico construido alrededor del 'Cartel de los Soles', una entidad tan legendaria como el Monstruo del Lago Ness".
Para Arlacchi, quien es experto en delincuencia organizada, el actual manejo discursivo de Washington no es más que un movimiento "para justificar sanciones, embargos y amenazas de intervención militar " y apoderarse del crudo venezolano.
En la misma línea, en un trabajo periodístico aparecido a principios de septiembre en el medio independiente venezolano Guacamaya, destaca que la acusaciones infundadas contra Maduro y otras altas autoridades en 2020, así como "las reiteradas afirmaciones en 2025, se han presentado con ninguna evidencia" . De acuerdo con sus extensas pesquisas, basadas en fuentes oficiales estadounidenses e investigaciones independientes, no son más que "afirmaciones vacías".
Desde otro costado, la periodista y analista política mexicana Sasi Alejandre advierte que la llamada "lucha contra las drogas", emprendida por EE.UU. desde hace más de 50 años, está destinada al fracaso, pues hace parte consustancial de la política imperialista de ese país, como se concluye, por ejemplo, al analizar en detalle lo sucedido en Afganistán tras el inicio de la 'guerra contra el terror' y el devenir de las rutas del opio. "En realidad estaban invadiendo para, ahora sí, convertirlo en un narcoestado, pero de propiedad suya, de EE.UU.", sostiene Alejandre.
"Vincular artificialmente a Nicolás Maduro con el narcotráfico para, supuestamente, salvar al pueblo venezolano de un narcoestado, lo único que nos dice es que sus intenciones son en realidad hacer de Venezuela un narcoestado , pero, obviamente, propiedad de EE.UU.", agrega la experta.
EE.UU. no es solo el principal consumidor de sustancias ilícitas en el orbe: también juega un rol esencial en el complejo engranaje que sostiene el narcotráfico internacional. Reportes oficiales de Naciones Unidas sobre crimen organizado y otras actividades conexas, refieren que en la banca estadounidense se lava 85 % de los fondos procedentes del tráfico de drogas , lo que representa cerca del 2,7 % del Producto Interno Bruto de EE.UU.
Aguas adentro, un conjunto de actores posibilitan la colocación de grandes volúmenes de sustancias ilícitas en suelo estadounidense: intermediarios encargados de la distribución a través de 'narcobodegas', compañías de transporte que cubren todo el territorio, 'narcopandillas' dedicadas al menudeo, 'narcocamioneros' a cargo del traslado de las drogas a través de distintas rutas, y 'narcosajones', personas adineradas que distribuyen cantidades significativas de narcóticos en su círculo social.
Pese a la evidencia existente y el demostrado fracaso de las iniciativas emprendidas durante las últimas décadas, el enfoque de Washington para abordar el narcotráfico internacional se mantiene incólume : la culpabilización de terceros países –especialmente latinoamericanos–, la militarización –como en los casos del 'Plan Colombia' o el 'Plan Mérida'– y, en la era Trump, un despliegue bélico en aguas del mar Caribe, cuya intención no pareciera ser la que declaran desde la Casa Blanca.
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