Washington, 10 sep (EFE).- El pavoroso asesinato a sangre fría de una refugiada ucraniana acaecido a final de agosto en la ciudad de Charlotte está siendo esgrimido por el Gobierno de Donald Trump para pedir mano dura con el crimen y sustentar las promesas de envío de efectivos militares y agencias federales a ciudades gobernadas por los demócratas, a los que acusa de ser permisivos con el crimen.

El crimen

El 22 de agosto, días después de que Trump desplegara al ejército en Washington DC para combatir lo que considera una criminalidad desbocada en la capital, Irina Zarutska, ucraniana de 23 años que hacía tres que había llegado a EE.UU. huyendo de la guerra, se subió al tren ligero de Charlotte que muchas noches tomaba para volver a casa al acabar su turno en una pizzería.

Según captar

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