En el ajedrez de la política argentina, donde cada movimiento responde a una derrota con la ilusión de un nuevo comienzo, hay un patrón tan previsible como el amanecer: tras un revés electoral, los líderes alzan la bandera del diálogo nacional. Pero este gesto, lejos de ser un puente hacia la unidad, es un artificio para preservar un núcleo de poder intacto. Es el viejo truco de tender una mesa fastuosa… y servirla vacía.
2009: Cristina y la mesa del engaño
Corría 2009 cuando Cristina Fernández de Kirchner, golpeada por la pérdida de la mayoría legislativa en unas elecciones que reflejaron un 70 por ciento de rechazo ciudadano, proclamó un "amplio diálogo con todos los sectores sociales". Con la astucia de quien sabe leer el tablero, reconfiguró su estrategia: desplazó a Sergio Massa d