Este sábado conversé con una abogada de las que todavía creen que su oficio es una forma de la relojería suiza, un mecanismo de una precisión impecable. Hablamos de la frase que dejó caer, casi como al pasar, un ministro de la Suprema Corte: “Cuando hay un choque entre lo que es el ordenamiento jurídico y lo que consideramos justo, preferir lo justo, incluso por encima del propio ordenamiento jurídico”. Frunció el ceño. “Es la frase más hermosa y la más peligrosa que puede pronunciar un juez”, me dijo, y se quedó en silencio, como si paladeara un veneno.
Su inquietud se quedó conmigo. Porque, ¿qué significa realmente esa elección? ¿Acaso la ley no es el instrumento que hemos construido, con una lentitud de siglos, para intentar acercarnos a la justicia? Entiendo la validez de la subjetivi