De un beso prohibido en pleno concierto de Coldplay a un vergonzoso robo de gorras en el US Open, los altos ejecutivos siguen acaparando titulares no por sus logros empresariales, sino por sus escándalos virales. En la era de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, los CEOs ya no pueden refugiarse en la discreción: cada gesto queda expuesto al escrutinio público y puede transformar su futuro profesional en cuestión de horas.
“Si eres un CEO que recuerda los viejos tiempos en los que te salías con la tuya, ahora debes saber que esos días se acabaron”, advirtió Erik Gordon, profesor de la Universidad de Michigan. Su análisis responde al caso del polaco Piotr Szczerek, director de la empresa Drogbruk, quien fue grabado arrebatando la gorra de un tenista a un niño en el US Open. El v