Un reciente estudio demostró que seguir una dieta balanceada no solo beneficia al cuerpo, sino también al cerebro. Investigadores analizaron durante una década a más de 14.000 adultos y encontraron que quienes llevaban una alimentación más saludable presentaban menor riesgo de deterioro cognitivo y un envejecimiento mental más lento.

El patrón alimenticio más destacado fue la dieta MIND, basada en verduras de hoja verde, frutas como fresas y moras, cereales integrales, frutos secos, legumbres y pescado. Este tipo de alimentación, además de reducir el consumo de carnes rojas, fritos, comida rápida, dulces y quesos procesados, mostró efectos positivos en la memoria y en las habilidades de pensamiento.

Los resultados sugieren que adoptar hábitos de alimentación más equilibrados desde la eda

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