Letizia se llevó las manos a la cabeza el año pasado cuando tuvo que soportar la presencia de los Urdangarin en casa. Irene y Miguel Urdangarin, sin oficio ni beneficio, decidieron instalarse en el palacio de la Zarzuela mientras se tomaban un año sabático para decidir sobre su futuro. La benjamina de los Urdangarin no consiguió superar las pruebas de acceso a la universidad de Lausana, en Ginebra, mientras que por alguna extraña razón su hermano no logra ser contratado por ninguna empresa, tal vez por su apellido. Los dos se enamoraron en aquella época y entonces la reina pensó que ya no se irían nunca más. Sin embargo, la infanta Cristina les obligó a desaparecer e instalarse con Juan en Londres.
La reina no compartía techo con los Urdangarin, algo que no habría tolerado, ya que ella