Cuando nos orientamos en un entorno, el cerebro necesita distinguir objetos relevantes que tenemos alrededor y usar esa información para crear una especie de mapa que evite tropiezos o esa sensación extraña de "donde estoy" que sentimos cuando estamos a oscuras. Aunque se sabía que la visión y los circuitos espaciales de nuestro cerebro se comunican, muchos estudios científicos siguen buscando entender cómo los objetos que vemos a nuestro alrededor influyen sobre las neuronas que señalan la dirección (las llamadas "head-direction cells").
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Un equipo de The Neuro (Montreal Neurological Institute-Hospital), de la Univer