El 12 de septiembre de 1976 un artefacto explosivo preparado con esmerada crueldad por Montoneros -con bolas de acero, clavos y materia fecal, para que la metralla de esquirlas segara vidas, mutilara o al menos produjera heridas mortales-, fue detonado en la ciudad de Rosario al paso de un ómnibus policial, causando once muertos , entre ellos dos civiles, e hiriendo a otros veintitrés, incluido el chofer del vehículo, el suboficial Eduardo Ferraro. La Justicia aún se niega a investigar ese crimen aberrante, que no importa tampoco a la dirigencia política. Y muchos se convencieron de que, habiendo ocurrido en la dictadura, un atentado contra la Policía era, en definitiva, un recuerdo incómodo .

Hasta la propia Jefatura de Policía de Rosario -esa que perdió sus hombres aquel día- está c

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