Estaba desesperada. Mi hijo había sido detenido injustamente, sin haber tenido nada que ver con ese robo, y por ese contexto tan particular, lo llevaron a una cárcel especial y lo dejaron incomunicado.

Hacía menos de un mes que se venían produciendo marchas multitudinarias reclamando seguridad. Yo había ido a alguna de ellas porque también pretendía lo mismo. No quería que me mataran a uno de mis hijos en un intento de secuestro . Pero de ahí a arrestar a alguien inocente, acusándolo de haber robado algo de comida, y dejarlo incomunicado y a la espera de un juicio oral que podía tomar un par de años, había una enorme diferencia.

Cuando me enteré de la situación, más allá del shock, confié en que se aclararía con rapidez. Pero no fue así. El contexto mandaba, y en un momento en donde la

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