La función pulmonar alcanza su punto máximo entre los 20 y 25 años y luego empieza a declinar como parte natural del envejecimiento. Factores como el tabaquismo, la contaminación y enfermedades respiratorias pueden acelerar este deterioro, lo que aumenta el riesgo de problemas como EPOC, hipertensión, diabetes o deterioro cognitivo.

Existen pruebas caseras simples para estimar la capacidad pulmonar, aunque lo más recomendable es una espirometría clínica cada 10 años. Una capacidad vital forzada (CVF) saludable se ubica entre 3 y 5 litros.

Para mantener pulmones sanos, se sugiere: hacer ejercicio regular, llevar una dieta rica en antioxidantes y baja en sal, evitar fumar y mantener un peso adecuado. También ayudan técnicas de entrenamiento respiratorio con dispositivos como el Powerbreath

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