Había una vez un profesor de Sociología, treintañero para cuando se murió Franco, que hizo carrera académica en los ochenta, a la vez que cultivaba una provechosa carrera política. Militante con galones del partido de sus amores, el Partido Socialista, escaló como gurú demoscópico, o secador de la opinión pública, en los años de gloria de Alfonso Guerra.

Para la mayoría de los españoles el apellido Tezanos no significaba gran cosa, pero para los comentaristas políticos -a los que aún nadie llamaba pomposamente analistas- era sinónimo de lanzador de avisos, oteador y mensajero. Su biblia era la revista Temas, su púlpito, la Fundación Sistema. Su padrino, Alfonso Guerra.

La política los unió y la política los acabaría separando. Tezanos eligió caballo en la carrera a muerte que se disputó

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