Cada año, como un reloj atmosférico, los frentes fríos comienzan su recorrido por el territorio mexicano a partir del mes de septiembre. Su llegada, lejos de ser un evento meramente meteorológico, se convierte en un fenómeno cultural, económico y social que define la vida de millones de personas, especialmente en las regiones del norte del país. Este período de transición entre el verano y el otoño no solo trae consigo un descenso en las temperaturas, sino toda una serie de adaptaciones que forman parte del imaginario colectivo.

Los frentes fríos representan el encuentro dramático entre dos masas de aire con características opuestas. Por un lado, el aire frío y denso que avanza desde las latitudes polares busca introducirse por debajo del aire cálido y húmedo predominante en las regiones

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