En Argentina, la tributación al consumo se encuentra fragmentada en 24 subsistemas provinciales de Ingresos Brutos —cada uno con sus propias alícuotas, exenciones, regímenes de retención y percepciones— que conviven con el IVA nacional, creando un mosaico normativo tan complejo como ineficiente. Esta superposición no solo encarece y complica el cumplimiento fiscal, sino que se convierte en un verdadero laberinto administrativo que asfixia al que produce , especialmente a pymes y emprendedores que deben destinar tiempo y recursos a cumplir con reglas distintas según la jurisdicción.

La unificación en un único impuesto al consumo de alcance federal, reemplazando IIBB, es la única vía para simplificar, dar previsibilidad y liberar energías productivas hoy atrapadas en la maraña burocrática

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