En Roma, donde cada esquina promete una “auténtica” carbonara o una pizza perfecta, encontrar la cocina genuina puede convertirse en un desafío. Mientras los turistas se concentran en el centro histórico, los romanos saben dónde realmente se cocina bien: locales discretos, sin artificios y con sabor auténtico. Desde trattorias de barrio hasta bares de vinos escondidos, estos son los lugares que los romanos visitan una y otra vez, incluso cuando la ciudad está vacía de turistas.

Santo Palato: clásicos romanos con un toque moderno

Desde su apertura en 2017,  Santo Palato  se ha convertido en una de las  trattorias de referencia en Roma . Tras trasladarse de San Giovanni a Porta Metronia, ha ganado espacio y una estética contemporánea sin perder la esencia tradicional: mesas de madera, sillas acogedoras y una carta basada en recetas clásicas romanas.

Entre los platos imperdibles destacan la  trippa alla romana , unos callos guisados con tomate y pecorino, y la contundente carbonara de la casa. También sorprenden los platos del día, que pueden incluir desde pasta alla chitarra con ragú de pato hasta seso de ternera frito con mayonesa de hígado de mújol.  Santo Palato  combina tradición y creatividad, un equilibrio que los locales valoran por encima de la fama turística.

Retrobottega: sofisticación sin perder sabor

Junto al Panteón,  Retrobottega  ofrece una experiencia distinta: un espacio minimalista, con pasillos en penumbra, cortinas rojas translúcidas y cocina a la vista. Su menú mezcla platos emblemáticos —como espaguetis con ajo silvestre o rabo de toro— con propuestas creativas, como risotto de anguila con ajo negro o katsu sando de alcachofa.

La carta de vinos, con más de 90 referencias, se centra en etiquetas italianas, aunque incluye opciones internacionales. Para quienes buscan algo más informal, Retrovino, el bar de vinos del establecimiento, permite disfrutar de una copa acompañada de algunos platos en un ambiente relajado, perfecto para observar la vida local de Roma.

Fischio: una copa y conversación al estilo romano

Si lo que buscas es un local informal,  Fischio  se ha ganado un lugar en el corazón de los romanos. Este quiosco bar, junto a un antiguo parque infantil, combina la esencia de punto de encuentro callejero con secretos de barrio. Con cafés de primera y una carta breve de vinos, es ideal para una copa al atardecer y para ver cómo la ciudad se despereza o se sumerge en la dolce vita nocturna.

Fratelli Trecca: pizza a taglio con sabor local

Entre los clásicos,  Fratelli Trecca  se aleja de las multitudes y ofrece  pizza a taglio  cerca del Circo Massimo. Sus especialidades, como la marinara rossa con l’erbetta o la cipolle e cipolle, destacan por bases finas y crujientes y combinaciones sabrosas. A las horas punta, también ofrecen embutidos y fiambres como lengua de ternera con salsa verde o coppa di testa con achicoria. Todo esto por apenas 2,50 € la porción, un precio que refleja tanto la calidad como la autenticidad romana.

Beppe e i suoi formaggi: el templo del queso

En el Barrio Judío,  Beppe e i suoi formaggi  se presenta como un santuario del queso. Con apenas unas mesas frente a un mostrador repleto de productos, los comensales pueden disfrutar de parmigiano Reggiano, ruedas de Tomme alpinos y quesos menos conocidos como el Blu dolce di capra. Las tablas se preparan al momento, adaptadas a la cantidad deseada y al vino elegido, ofreciendo una experiencia completa de  gastronomía italiana auténtica . Los pecorinos bien maduros son además un excelente recuerdo gastronómico para llevar.

En Roma, más allá de los lugares turísticos, se esconden rincones donde la cocina conserva su esencia y los romanos regresan una y otra vez.  Trattorias tradicionales, pizzerías locales y bares de vinos  conforman un mapa secreto para quienes buscan comer como un verdadero romano, incluso cuando el turismo desaparece.