El 6 de agosto de 1945, en Hiroshima , Shigeru Orimen , un niño de 13 años, llevaba a la escuela la lonchera que su madre le había preparado con papas que él mismo había cultivado. Horas después, su madre encontró la lonchera reducida a cenizas junto al cuerpo de su hijo.
Con esta imagen, Robert Floyd —secretario ejecutivo de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares ( CTBTO , por sus siglas en inglés)— abrió en Viena las sesiones de la Conferencia de Ciencia y Tecnología ( SnT ), el brazo científico del organismo internacional. El relato hecho en el marco de los 80 años de los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki generó un silencio absoluto en la sala repleta de científicos , académicos y estudiantes de todo el mundo.
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